Londres, 5 dic (Prensa Latina) El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, intentarán hoy destrabar las negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) para un acuerdo post-Brexit.
Ambos líderes tienen previsto conversar por teléfono en horas de la tarde de este sábado, en lo que para muchos sería un último intento de allanar el camino para sellar un tratado de libre comercio bilateral antes de fin de año.
El Reino Unido abandonó la alianza europea el 31 de enero pasado como parte del proceso del Brexit, pero Londres y Bruselas se dieron un plazo de 11 meses para negociar los términos de su futura relación comercial.
Transcurridas nueve rondas de conversaciones bilaterales, y a menos de cuatro semanas para que expire el llamado periodo de transición, las negociaciones se encuentran estancadas por desavenencias sobre las cuotas pesqueras y las leyes que evitarían la competencia desleal.
En declaraciones a la prensa este sábado, antes de viajar a Bruselas para actualizar a sus superiores sobre el curso de las pláticas, el jefe negociador europeo, Michel Barnier, no se mostró demasiado optimista sobre la posibilidad de que surja humo blanco.
Si todavía hay una vía…ya lo veremos, afirmó Barnier, quien la víspera confirmó en un comunicado conjunto con su contraparte británica, David Frost, que aún no existían condiciones para sellar el acuerdo, debido a las profundas divergencias sobre la pesca, la competencia desleal y las regulaciones para verificar la implementación del pacto.
El primer ministro británico Boris Johnson asegura estar comprometido a llegar un acuerdo, pero siempre y cuando la UE respete la soberanía del Reino Unido sobre sus fronteras y las zonas pesqueras, mientras que los líderes europeos, con el presidente francés Emmanuel Macron a la cabeza, advirtieron que el bloque no firmará un acuerdo a cualquier precio.
En caso de sellarse un tratado comercial antes de fin de año, Londres y Bruselas tendrán que regirse por las reglas de la Organización Mundial del Comercio, lo que supone la aplicación de tarifas y controles aduaneros para las mercancías británicas que entren a la zona europea, con el consiguiente aumento de los costos y las demoras en los puertos de entrada.